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Hablemos de… Cómo entender el Trastorno Límite de la Personalidad



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Imagina que la personalidad es como el mapa interno que todos llevamos. Un conjunto de caminos que hemos construido a lo largo de los años, hechos de pensamientos, emociones, formas de actuar y de relacionarnos con el mundo. Cada mapa es único: algunos son más estables, otros más cambiantes, pero todos nos permiten orientarnos en la vida.

 

Desde pequeños, vamos moldeando este mapa con dos grandes fuerzas: nuestra herencia genética —lo que llevamos en los genes— y las experiencias que vivimos. Poco a poco, desarrollamos patrones que nos ayudan a enfrentar retos, formar vínculos, amar, trabajar, soñar.

 

Pero, ¿qué pasa cuando este mapa se vuelve caótico o rígido, cuando en lugar de orientarnos nos pierde? Cuando nuestras formas de sentir, pensar y actuar nos hacen daño a nosotros o a quienes nos rodean, podemos estar hablando de un trastorno de la personalidad.



¿Cuándo decimos que una personalidad está trastornada?

 


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Un trastorno no significa simplemente ser diferente o tener un “mal carácter”. Significa que el patrón que define cómo vivimos nuestras emociones y relaciones se vuelve inflexible, nos causa sufrimiento constante y afecta de forma importante nuestra vida cotidiana. No se trata de momentos aislados de tristeza o enojo, sino de formas persistentes de estar en el mundo que ya no funcionan.



¿Qué es el Trastorno Límite de la Personalidad?

 

Dentro de los trastornos de personalidad, hay uno que ha captado especialmente la atención de psicólogos y psiquiatras por su complejidad emocional: el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), tambien llamada borderline. Vivir con TLP es como habitar una montaña rusa de emociones, relaciones y pensamientos. Lo que para muchos puede ser una pequeña discusión o un cambio de planes, para una persona con TLP puede convertirse en una experiencia de abandono devastador o de ira incontenible.


Características principales del TLP

 



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Quienes viven con este trastorno suelen experimentar un miedo intenso a ser abandonados, real o imaginado, que puede llevarlos a hacer enormes esfuerzos —a veces impulsivos o desesperados— para evitar quedarse solos. Sus relaciones personales tienden a ser muy intensas pero también muy inestables: pasan de idealizar a alguien a despreciarlo en cuestión de horas. Además, su sentido de identidad, de quiénes son, puede ser frágil, cambiante, como si no encontraran un lugar firme donde plantarse.

 

La impulsividad también forma parte de esta experiencia. No es raro que estas personas se involucren en comportamientos de riesgo —como gastar sin control, tener relaciones sexuales sin protección, consumir sustancias— como una forma de aliviar, aunque sea por un momento, el dolor emocional. El sentimiento de vacío, esa sensación de estar desconectados del mundo y de sí mismos, los acompaña muchas veces como un peso silencioso y constante.


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Uno de los errores más comunes es confundir el TLP con el trastorno bipolar. Ambos pueden mostrar cambios de humor intensos, pero en el TLP los cambios son rápidos, duran horas o un par de días y se desencadenan por situaciones interpersonales (como sentir abandono). En cambio, en el trastorno bipolar, los episodios de manía o depresión duran semanas y no siempre tienen una causa externa clara.

 

También puede parecerse a trastornos como el depresivo mayor, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático (TEPT), ya que en el TLP es frecuente el vacío emocional, la impulsividad y la desregulación afectiva. Sin embargo, lo que distingue al TLP es la inestabilidad constante en la identidad, las relaciones personales y la autoimagen.

 



¿Qué tan frecuente es el Trastorno Límite de la Personalidad?

 


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Este no es un diagnóstico poco común. Se estima que entre un 1.5% y un 5.9% de la población general vive con Trastorno Límite de la Personalidad. Aunque tradicionalmente se ha diagnosticado más en mujeres, también afecta a muchos hombres, aunque con manifestaciones que a veces pasan desapercibidas o son mal interpretadas.


¿De dónde viene el Trastorno Límite de la Personalidad?

 

¿De dónde surge este patrón de vida tan doloroso? No hay una única causa. Los estudios sugieren que el TLP surge de la interacción entre una vulnerabilidad biológica —como una mayor sensibilidad emocional heredada— y ambientes de crianza que no validan las emociones, que son inconsistentes o incluso traumáticos. El dolor emocional, cuando no se puede expresar ni sanar, tiende a buscar salidas desesperadas, y muchas veces el TLP es una de ellas.

 

Para entenderlo mejor, los especialistas utilizan una serie de criterios diagnósticos. Entre ellos, se encuentran los cambios drásticos de humor, el miedo intenso al abandono, la impulsividad, las conductas autolesivas, los cambios de identidad, la ira incontrolable, el vacío persistente, la desconfianza extrema bajo estrés y la tendencia a ver el mundo en extremos, (“todo bueno” o “todo malo”) conocido como pensamientos dicotómicos. El diagnóstico formal requiere que al menos cinco de estos criterios estén presentes y causen un impacto importante en la vida de la persona.



¿Cómo podemos ayudar a una persona con Trastorno Límite de la Personalidad?


 

Frente a tanto dolor, la pregunta inevitable es: ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudar a alguien que experimenta el Trastorno Límite de la Personalidad?

 

El primer paso siempre es informarnos. Comprender que sus reacciones no son simples “caprichos” o “manipulaciones” sino respuestas a emociones avasalladoras ayuda a cambiar nuestra mirada hacia ellos. Escuchar sin juzgar, validar lo que sienten sin caer en extremos, poner límites sanos pero con compasión, y animarlos a buscar ayuda profesional son algunas de las maneras más poderosas de tenderles la mano. También es fundamental cuidar de nuestro propio bienestar: apoyar a alguien con TLP puede ser agotador, y el autocuidado no es un lujo, es una necesidad.



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¿Cuál es el tratamiento para el Trastorno Límite de la Personalidad?


 

En cuanto al tratamiento, hoy sabemos que sí hay esperanza real. La Terapia Dialéctico-Conductual (DBT), desarrollada específicamente para el TLP, ha demostrado ser una de las formas más eficaces de tratamiento. A través de esta terapia, las personas aprenden habilidades para manejar las emociones, tolerar el malestar, mejorar las relaciones y construir una vida más estable.


Terapias psicológicas

 

Otras formas de terapia también pueden ser útiles, como la terapia basada en mentalización (que ayuda a comprender mejor los estados mentales propios y ajenos), la terapia cognitivo-conductual (que trabaja pensamientos y comportamientos dañinos) o las terapias de esquemas (que abordan patrones emocionales profundamente arraigados).


Medicación

 


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En algunos casos, los medicamentos pueden ser un apoyo, especialmente cuando hay síntomas como ansiedad severa, depresión o impulsividad extrema, aunque no son la base principal del tratamiento.

 

Lo importante es saber que, aunque el camino puede ser largo y lleno de altibajos, recuperarse es posible. Con apoyo adecuado, muchas personas con TLP logran construir relaciones más estables, alcanzar metas personales y vivir vidas llenas de sentido y propósito.

 

La personalidad no es una condena inamovible. Al final del día, somos seres en constante evolución, y en esa capacidad de cambiar, de sanar, de construir nuevas rutas sobre nuestro mapa interno, reside una de nuestras mayores fortalezas humanas.


Hospitalización

 

En situaciones de crisis severa (como intentos de suicidio o conductas autolesivas graves), puede ser necesaria una hospitalización breve para estabilizar la situación.



En resumen

 

La personalidad es la esencia de quienes somos. Cuando se vuelve rígida y dañina, puede aparecer un trastorno como el Trastorno Límite de la Personalidad. Aunque vivir con TLP puede ser muy doloroso, no es una condena: con ayuda profesional, comprensión y apoyo, es posible construir relaciones más sanas, lograr mayor estabilidad emocional y encontrar sentido en la vida.

 

La clave está en entender que el sufrimiento de quienes viven con TLP es real y que, como sociedad y como individuos, podemos tender puentes de apoyo, respeto y esperanza.

 

 

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© 2020 Re-Cursos Psicológicos Arturo Moreno.

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